Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

lunes

Aquí habla un par de ojos


Acá, desde estos ojos se ven todo muy parecido a la realidad. Un par de zapatillas salpicadas con barro de ciudad caminan pisando con fuerza y despacio. Las cuadras son relativas. Suman y restan baldosas lastimadas por raíces que emergen como zombies. Los autos se hacen oir cansados. Sus motores escupen penas, avanzan irritados y carraspean al igual que la garganta de un fumador resignado ante su vicio. Muchas piernas, cubiertas y desnudas pasan como infinitas puertas giratorias a mi alrededor. Mis pasos están en caprichados en ir muy lento. Involuntariamente mi caminar se torna acuoso, se va mojando de recuerdos, sueños no soñados, deseados o ya ni me acuerdo. El viento me da frio solo en la cara. Tímida la ventizca garúa y un viento, vespertino y repentino rapta mis agallas;.Las engatusa y se las lleva lejos de mi alcance. Las veo alejarse por la cuadra de enfrente, en dirección contraria a mis pasos. Las sigo unos metros con la mirada hasta que de golpe, algo o alguien las arroga con violencia a una alcantarilla que emana humos de podredumbe y soledad. Nuevas trituradoras de autoestima son esas alcantarillas putrefactas. Ahí abajo, el infierno tan temido. Alicates zig-zaguean los cuerpos carnosos del que, con las últimas gotas de valentía en la sangre, se atreve a asomar su nariz y pispear a donde catzo fueron a parar su agallas. (Yo paso.) Pero no hay nada, nunca hay nada. Solo un ruido es espantoso. Un click-clack escalofriante. 


Sigo caminando. Miro mis piernas, que son escobas que van barriendo los minutos muertos al paso, y pienso en cuántos pares de zapatillas embarradas de cotideanidad abandoné en el camino. Nunca supe bien hacer las cuentas. Atrevido, un cordón me interpela el paso y al esquivarlo una parva de hojas secas y envolturas de caramelos me amortiguan la bronca. La calle tiene sus mañas. Recorrer con astucia las veredas puede convertirse en un oficio apto para unos pocos. Un arte al que solo algunos acceden por voluntad propia. Yo muchas veces me veo inducida a practicarlo, e incluso a perfeccionarme cuadra a cuadra. El asunto es que no hay un gurú en esta ciencia alquimísta: cada uno de los que –como yo- recibieron “el llamado” va tallando sus artimañas. Una vez, no hace mucho, identifiqué a una viejita que, sin duda, estaba en plena misión callejera. Su andar denotaba un cálculo cartesiano perfecto. Desasceleré mi marcha y la miré con orgullo. Equilibrando inteligentemente su pierna izquierda con dos bolsas de nylon traslúcidas cargadas de fruta en la mano derecha, cruzó la calle como nadie la cruzo en mi vida. Costaba no mirarla, con sus pantorrillas razgadas como alfiler de modista y un único y estelar rulero en el medio de su cabellera aireosa. Su vestimenta destilaba un fuerte olor a naftalina y churrasco cocinado ese mismo mediodía. A la distancia, se podía ver nítida la estela de particular aroma. La imagen me remitío al cometa Halley. Sin embargo, lo asombroso de esta mujer era su andar. Cada parte de su cuerpo contaba una historia, que en conjunto era un relato complejo. Recuerdo que el viento guardó silencio y el sol se asomó entre los arboles, la vieja era un caleidoscopio que refractaba la vida común y misteriosa de mi barrio.

miércoles

Zouk




http://zoukizomba.com/

Anastacio







Nadador inexperto de torpes movimientos
recorre escéptico las profundidades de los límites
que le han sido impuestos por su negligencia,
su particularidad –seamos justos- y una mano ajena 

que golpea inútilmente los vidrios de la pecera.

Juan Pablo "Grillo" Espínola













Tu


Regálame tu estrella,
la que ilumina esta noche,
llena de paz y de armonía,
y te entregaré mi vida.

Pablo Alborán

martes

Radiotaxi Tiempo




No hay tiempo es mis bolsillos,
y solo quiero ir hasta vos.

Mis manos se soldaron a unos frenos oxidados; ahí estaban las manos de un hombre. Exhalé con resiliencia, como quien intenta vaciar una bañera con el grifo abierto. Resultó un anatema inoportuno: el aire que entró por la ventanilla y penetró de lleno en mi pulmón ahora huele a caricias ajenas.

Me bajé porque frené un taxi que no era el tuyo, pero al subir había pelos de tu barbilla sobre el asiento. La radio me aturdía. Zumbidos de una colmena productora de miel agria.

No hay tiempo en el asfalto, la aplanadora pública está arrasando furiosa con todos. Un gorrión voló altivo a mi lado, pensé que era Dios. Rastros de plumas y cielo poblaron el interior de mis costillas. Tato tenía razón. Fumar me está haciendo sacudir todo; una especie de obsesión por deshacerme de los cadáveres de ceniza.

Triste, mi pollera hoy no juega con el viento. Hace frio, mucho más, en las bocacalles desnudas. Un gajo de sol me homenajeó en esta baldosa, y en consecuencia, todas se volvieron maternalmente acogedoras por unos minutos. Timbres a la espera de un único dedo indiferente.

Ando buscando, aunque a veces me olvido, tu tacto soberano en la corteza de los arboles. Una vez lo hallé. Cables, macetas y aires acondicionados, todos muchos, tapan el cielo. Culpan a los viejos balcones que los sostienen. Hipócritas. Son ellos los verdaderos eclipses del sol.

Tanteé el filo del cordón para rajarme la cabeza. No sería una herida, más bien un drenaje, o algo así. Un poco de smog quizás me nuble una certeza trunca. Esa de saberme enamorada de un pedazo de ilusión. 


lunes

El marido de la peluquera



De niño bailaba canciones del moro,
el baile venía de adentro y así se inventaban los modos.
De niño soñaba olores profundos,
las mezclas de espuma, colonia
y sudor de unos pechos desnudos.

Creció con su sueño y un día le dijo:
Acabo de verte y ya sé que nací pa' casarme contigo.
Matilde mi vida, Matilde mi estrella,
le dijo que si nos casamos Antoine y bailó para ella.

Y abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día
ya no quiera bailar conmigo nunca más.

Cariño y ternura, colonias y besos,
te tengo, me tienes,
quisiera morirme agarrado a tus pechos.
El amor es tan grande, tan sincero y sentido,
que un día de lluvia Matilde
acabó por tirarse en el río.

Y abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día
ya no quiera bailar conmigo nunca más.

Mejor buenos recuerdos que un pasado perdido,
por eso un buen día Matilde acabó por tirarse en el río.
Lo que fue tan hermoso que no caiga al olvido,
te estaré recordando por siempre
Matilde que tú no te has ido.

Y abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día ya no quiera bailar conmigo.
Abrázame fuerte que no pueda respirar,
tengo miedo de que un día
ya no quiera bailar conmigo nunca más.

Música y letra: Pedro Guerra
Link: http://grooveshark.com/s/El+Marido+De+La+Peluquera/2GW8TV?src=5

jueves


12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.

Oliverio Girondo (de Espantapájaros)

martes

Trueque de llaves

Un cuentazo de un librazo que estoy leyendo...




Es muy solitario ese lugar, junto al río Sarre. Abismos de paredes verticales formadas por piedra del triásico temprano ; unos gigantes rocosos, altos como casas, interrumpen el camino con su vestimenta color rojo-óxido de cazador furtivo, la enorme piedra movediza como cráneo ; ('hay montañas en las que dicen que viven personas con pies de cabra; y, si uno logra cruzarlas, otras que duermen durante seis meses' - siempre me gustó leer este tipo de pasajes en Heródoto.( Mi primera épica, Sataspes ) ).
Acababa de regresar de un paseo por el bosque al pueblito adormilado en el que vivía en esa época ; las habituales telas de araña invisibles se habían pegoteado a mi frente escasa cuando me agaché para avanzar por entre matas y arbustos. Arriba, a ambos lados de la ruta, se abalanzaban los sauces, cuchillas revueltas en las cabezas despeinadas ; el viento se agazapaba aquí y allá ; el clima parecía haber cambiado.
Luego me senté, cansado y satisfecho, en mi habitación ; bastante vacía de muebles, pero en caso de necesidad puedo utilizar la valija de la máquina de escribir como almohada y taparme con la puerta. Además, con menos aparatos se piensa mejor : mi ideal sería una habitación vacía sin puerta ; dos ventanas desnudas, sin cortinas, en las que se retuercen dos cruces endebles, invalorables para tipos de cielo como el de temprano a las cuatro ; o al anochecer, cuando delgadas lenguas viperinas color rojo sisean siguiendo al sol, ( mis dedos ya se doblaban en ese sentido ).
( Una cosa más para explicarme : vivo de los honorarios de mi máquina de escribir. Casi siempre, dulces insignificancias : colaboraciones para diarios ; conversaciones. En el Gran Brehm existe el término Menageriebild , unas diez especies animales que aparecen juntas y relajadas en medio de un paisaje paradisíaco : es así como compongo mis articulitos, ' De los sabios que tienen esposas malas '. A lo sumo, algún programa nocturno serio, ' Fouqué y sus contemporáneos '. ¡ No es una profesión agradable !) .
Así que sentarse, y observar con ojos abiertos los canteros de pensamientos. ( Adelante, delante de mí, se mueven las agujas del reloj ; soy anticuado y valoro los relojes toscos como tubérculos, en cápsulas para montañistas, pendiendo de una cadena de metal ) . La pared blanca, como siempre, me miraba con calma; con calma ; - calma. Con. - - ( Ese punto grueso y lustroso en la cerradura era el extremo de la vara de la llave ; muy lustroso. Tan lustroso que molestaba, en realidad ; decidí que al día siguiente lo cubriría con un círculo de papel ) .
Silencio. Lejos, en el campo, se oía el alboroto débil de un tractor. Una nariz tenía, como un ornitorrinco. Y la pared era paciente, como sólo una piedra ; de y a la piedra - pero había algo que no estaba bien. ¿ Yo fruncía la cara : ? : ¡ Ah ! ¡Ahí !
Con mucha suavidad, discernible sólo por el cambio en el brillo, giraba el punto gordo y reluciente de la cerradura. Giraba : ¡ y desaparecía !
Los cambios me entran cada vez más despacio. Suelo estar hundido hasta el pecho en la selva de los pensamientos y primero necesito hacer fuerza para salir, izarme hacia fuera con la ayuda de las manos - : ¡ y entonces la llave había desaparecido !
Salté hacia la puerta ; picaporteé y la atravesé de un tirón ; la cabeza hacia la derecha : ¡ nada ! ¿ La cabeza hacia la izquierda ? : ¡ ¿ no acababa de cerrarse allí la puerta de calle ? ! Di tres pasos ( mido un metro ochenta y cinco, tengo piernas largas ) - y alcancé a ver algo marrón que desaparecía por allá, entre los árboles frutales. Una mano superpoderosa me empujó : ¡detrás!
Cazar lo marrón : las ramas me dieron ración llena de sus habilidades como espadachines, Carte, Tierce, Indirecta de Segunda. Un sol amarillo y dudoso lo manchaba todo.
Precipitarse por tierras de labranza. Cien metros más tarde estábamos al borde de las rocas y mi presa marrón se arrojó de cabeza hacia los matorrales. Me desbarranqué por una pared ; se me ablandaron todas las articulaciones - diosmío, ¡ la velocidad seguía aumentando ! - rodé por regueros, quedé pegado al tronco de un pino ; y me levanté con los brazos extendidos : arriba resbalaba ; los arbustos golpeaban más salvajes ; me agaché y atrapé la gran pelota marrón con todo el cuerpo ; traía pegado el rostro de una muchacha de cabeza arenosa : nos sostuvimos así por un tiempo, y primero recuperamos la respiración.
Sentarse uno junto al otro. " Sí, la tengo " , admitió jadeando, sobre mi llave. El viento gimió una vez, sorprendido ; luego volvió la calma previa a la tormenta : altura mediana ; piernas delgadas ; rostro distraído. " Es que colecciono llaves - llaves famosas. De hombres de estado ; o profesores " . ( Entre medio, cada tanto, volvíamos a jadear, ? todos : juntos ' como dicen los españoles para coordinar una acción. ) " O de poetas ".
"¿ Usted dónde vive, en realidad ?" , se me ocurrió ; y ella señaló con la cabeza hacia la casita en la pendiente. Su tapado estaba tan raído como el mío y los zapatos, chuecos y gastados hasta haber perdido toda dignidad. " No lo creo; primero quiero verlo " . Caminamos en paz, uno junto al otro, hasta su vivienda : una habitación ; paredes blancas ; refugiada de Silesia.
Se movió incómoda entre los muebles pobres ; también trabó la puerta ; luego abrió un cajón : " Aquí " . Y, perturbado, vi los llaveros imponentes, en parte ya oxidados, cada uno con un cartelito escrito a mano : ? Llave del dormitorio de Greta Garbo '; ? la de Eisenhower ' ; ? Llave del estudio del Prof. Max Bense' . Su mano color marrón claro ahora sopesaba la mía ; titubeante, preguntó con la voz aguda y afónica de una bruja : " ¿ Puedo ? " .
Salir rápido. A escondidas, le pregunté a la granjera : "¿Quién es su inquilina en realidad? " . La gorda bruta asintió con toda su carne rojo-marmolada y rio : " Perdió todo en el Este, y se volvió críptica. No tiene a nadie ; es inofensiva. ¡ Pero hay que tener cuidado con las llaves ! ". - Volví a entrar, dudoso ; si hay una clase de personas que me atrae,son los coleccionistas : pasión y desconsideración ; dulzura y avaricia fatal.
Así que me acerqué a la marrón claro : la cabeza encajaba con mi pecho. Un nido de pelo grueso, en el que habría sido posible esconder diamantes ( ¡ y llaves ! ¡ En seguida se entusiasmó con la idea ! ) Comenzando los cuarenta : eso también iba bien. Nos miramos un rato.
" Bueno, puede quedarse con mi llave . . . ¡ si me da la suya! ". Ella levantó el rostro liso : " Ay " , dijo con inocencia, " es una cerradura de lo más común, no vale la pena " . Silencio. Respiré profundo, para que mis hombros se ensancharan en forma recomendable ( ? cazador furtivo en vestimenta color rojo-óxido ' , creo que decía antes ) : " No importa ; la quiero igual " , respondí en voz baja.
Primero miró la llave, luego a mí ; levantó la vista ; luego, de nuevo, hacia la llave sencilla. Un sonrojo lento y suave cubrió su cara. " Ah " , dijo, dudando. Miradas para uno y otro lado. " Pero si yo estoy loca " , objetó con debilidad. Rechacé brevemente con la cabeza ; además le prometí : " Yo consigo muchas llaves de poetas : ¡ los conozco a todos ! " .
Bajó la frente, entregada ; sus hombros aún dudaban un poco. Luego se balanceó lentamente hasta la puerta ; la quitó ; se me acercó. Con gesto avergonzado, clavó la llave en distintos lugares de mi abdomen ; primero pensativa ; luego, cada vez más radiante. Sus manos comenzaron a juguetear : pecho, hombros, más arriba, - ¡ cuello ! Yo también doblé los codos y apoyé las manos sobre sus omóplatos delgados.
" ¡ Ay, sí ! " , dijo más tranquila. Al trueque de llaves.
Traducción: Gabriela Adamo


ARNO SCHMIDT
Nacido en Hamburgo en 1914 y fallecido en 1979, Arno Schmidt es un escritor difícil de categorizar. Su lengua resulta irreductible: le interesaban las palabras raras, los neologismos, la plasticidad y el juego con los signos de puntuación (como puede comprobar el lector en el relato adjunto). Fue, además, un misántropo de importancia, aborreció del Tercer Reich y vivió en una aislada casita de madera donde fue hilando una tras otra obras totalmente personales. A pesar de su fama de intraducible, en español se conocen -además de Meteoro de verano- La república de los sabios, Momentos de la vida de un fauno, Corazón de piedra, El brezal de Brand y, en un mismo volumen de Minotauro, Leviatán (su primer libro) y Espejos negros..

domingo

BOCCARENA x 4


Jorge Boccarena


Besos

La vida no es
la cara ni el llanto de la cara
ni la mano ni el golpe de la mano en la cara
ni el viaje de la mano ni la estéril huida de la
cara

es el hilo de sangre que sale de tu boca.


Noticias de una mujer cualquiera

entramos a la pieza casi sin reconocernos
sus ojos eran pactos de ternura y violencia
yo la miraba todo el tiempo
habrá pensado en mi cansancio
habrá pensado -está borracho-
habrá pensado en irse pronto
habrá pensado tantas cosas

me acerqué a sus dos manos
sin dejar de mirarla
desde mi soledad hasta su boca
habrá pensado en enojarse
habrá pensado -no es un hombre-
habrá pensado ¿en qué quedamos?
habrá pensado tantas cosas

cuando entró el sol cuando se fue
desde mi boca hasta su adiós
y aún en el viaje de regreso
habrá pensado tantas cosas
habrá pensado tantas cosas.

Ella

Viene despacio
entra
tropieza con mi tos
con mi costumbre de dejar la nuca
en cualquier parte
viene despacio
ordena mis silencios
desata las palabras necesarias
recibe la correspondencia de mis ojos
viene despacio
a tender sus manteles de ternura
viene despacio
apenas hecha humo para no despertarme
se abre paso entre vasos arrojados al día
retratos de mujeres
noches de bronca y noches de ginebra
viene despacio
con su enchape celeste subiéndose a mis mástiles
viene despacio
entra
se arrodilla al borde de mi alma
y junta los fragmentos de mi risa
después... se vuela azul como la tarde.

Suertes
Azar no es arrojar una moneda al aire.
Ni siquiera esperar el cara o cruz..
Azar es atrapar la moneda en el aire
y huir sin dejar rastro.

miércoles

Del artista ushuaiense Martín Barrantes.
Acá más de sus locuras: http://cartoonneros.blogspot.com/

el deseo
no es, no
un pájaro
todo de
fuego, no,
es

una sola
que abrasa
la tierra
ardida


Ana Becciu
de La visita

lunes

Abrigo busca

Yo, a quien a veces llamo ella, porque a partir de ahora asisto a su reconociemiento, y que no es la otra porque ha sido escindida, sino que es la que convive, la que no se guarece, la que habla. Y ella, a quien no darè un nombre porque ya ha muerto, y es el ángel que habita detrás de todos los ojos que he visto.
  
El amor, siempre el amor, quiero que este sea un relato de amor para que lo lean las niñas, las joyas del alba, las niñas, las que un día serán abandonadas y las que un día serán abandonadoras. Las niñas a las que otras mujeres llamarán mujeres, para que sepan de dónde proviene esta pasión por descubrir, por colocar sobre la tierra la cara del ángel.
 
Es la huella del judío errante que pasa por debajo de la piel, todavía: abrigo busca.
Las que como ella viajan deslumbradas, son las más expuestas al dolor de abandonar: la partida es el signo predominante de sus vidas.
 
La veo pasar envuelta en eso que emana de sus ojos. Ella, la que busca sin cesar, ¿cómo vincularla al escándalo de un permanecer? Ama lo que por esencia es perecedero, vive a merced de su pérdida. Criatura condenada a la marginalidad por su condición de sola. Eso es lo que es. Y viaja con los ojos fijos en la herida que abrió su nacimiento. El amor es su éxtasis. Ama desmesuradamente. Pero lo que ama está en ella misma, de ahí su desesperación. Encuentra en otro cuerpo leve alivio para su sed. La rodea una espesa maraña de calles, ciudades, noches que abren bajo la concha de la noche sus bolsas llenas de aroma oscuro. Como el personaje del poema que leía Nadja, da vueltas alrededor del bosque, pero no puede entrar, no entra. Exige del bosque su condición de espacio abierto a lo maravilloso. En el umbral se ha dormido. Nadie podrá despertarla. Si un pedido de clemencia cabe en sus manos, una deliberada, inútil ironía desborda su mirada."

Ana Becciu, 'Ronda de Noche' (fragmento)

martes

Felicia

Allá en la casta apartada
donde cantan las espumas
el misterio de las brumas
y los secretos del mar,
yo miraba los caprichos
ondulantes de las olas
llorando mi pena a solas:
mi consuelo era el mirar.

Desde entonces en mi frente
como un insondable enigma
llevo patente el estigma
de este infinito pesar.
Desde entonces en mis ojos
está la sombra grabada
de mi tarde desolada:
en mis ojos está el mar.

Ya no tendré nunca aquellos
tintes suaves de mi aurora
aunque quizás se atesora
toda su luz en mis ojos.
Ya nunca veré mis playas
ni aspiraré de las lomas
los voluptuosos aromas
de mis flores uruguayas.


Música: Enrique Saborido
Letra: Carlos Mauricio Pacheco

lunes

Mundo

Este es el mundo en que vivimos
los mendigos buenos aires siglo veinte
junto al humo descalzo
flotando sin alas sobre los techos
efímeros como pastillas de chocolate
inútiles como pájaros huecos
Estos son nuestros rostros que se caen a pedazos
mientras el sol emigra cansado de mirarnos
y el frío nos celebra con su fiesta de muerte.
Pero yo no quiero este sino de espantapájaros:
mi olfato busca afanoso el olor de la alegría
y mi piel se agranda cuando digo amor.

Habitante de la nada
Susana Thénon

domingo

Recomendación



Editorial independiente, audaz, que se da sus gustos sin mirar a quién. Fanáticos de Muriel Spark, escritora escocesa de culto. Natalia Meta y Diego D' Onofrio: curadores exquisitos.

http://www.labestiaequilatera.com.ar/

http://blog.labestiaequilatera.com.ar/

Un sueño

Guía Benedetti: Montevideo vista a través de los ojos de su escritor

Los amantes de Benedetti están felices. En la sede del Ministerio de Turismo de Montevideo se presentó la Guía Benedetti , una plaqueta (un pequeño libro) turística y cultural, basada en seis circuitos de distintos escenarios de la obra y la vida del escritor.
“En los recorridos planteados, se podrán conocer distintos sitios ligados a su escritura, ya porque en ellos sucedieron partes de sus cuentos o novelas, o porque allí los escribió o trabajó en algún tiempo”, señala a Clarín el escritor y periodista Alfredo Fonticelli, quien junto a la a la profesora y narradora Helena Corbellini, fue uno de los responsables de este trabajo, que incluye textos extraídos de la obra del poeta, datos biográficos, mapas y fotos.
Inspirados en otros itinerarios, como La ruta del Quijote en La Mancha o La ruta de Gabo en Cartagena de Indias, Corbellini y Fonticelli leyeron minuciosamente la obra de Benedetti y, de acuerdo a los escenarios descriptos por él, decidieron armar los siguientes recorridos: Ciudad Vieja, Centro, Cordón, Capurro-Prado, Parque Rodó-Punta Carretas y La Aguada. “Pensamos también los circuitos para hacerlos, en su mayoría, a pie, con calma, y en los que a la vez se pueda ir disfrutando el paisaje urbano. En los seis recorridos hay un cruce de cuentos, poesías, teatro, ensayo y novelas. En promedio, se completan en una hora”, explica Fonticelli.
Por ser además el que de por sí presenta varios atractivos turísticos, el circuito de la Ciudad Vieja será seguramente unos de los que más entrañables para el visitante argentino, quien podrá situarse, por ejemplo, en el ambiente de los encuentros fuera de la oficina entre Martín Santomé y Laura Avellaneda, protagonistas de la recordada novela La tregua . “En ese recorrido – dice Fonticelli- hay lugares reconocibles e ineludibles como el restaurante Nueva Bolsa, citado por el autor en La borra del café ; la Contaduría General de la Nación, donde trabajó entre el 40 y el 45; y el café Las Misiones, en la esquina de 25 de mayo y Misiones, al que alude en La Tregua ”.
La calle Capurro, en el itinerario Capurro-Prado, es otro lugar que seduce ya que recuerda al protagonista de La borra del café , quien menciona esa arteria, y al barrio, como el primero que sintió propio. “Otra cita imperdible es la calle Ariosto, en el corazón de Punta Carretas, que hoy es un rincón de la ciudad como detenido en el tiempo; y el lugar donde estaba la carbonería El Buen trato, frente a la cárcel de Punta Carretas, por la que fugaron unos famosos anarquistas italianos”, dice Fonticelli. “En el recorrido de La Aguada, por ejemplo, un punto que se destaca es el del liceo Miranda, donde Benedetti cursó buena parte de sus estudios secundarios”, agrega.
Ante la pregunta de este diario si se notan los distintos Montevideos que Benedetti creó en su obra, Fonticelli responde: “Se puede apreciar la ciudad más vivida por él; la que funciona como recuerdo y anclaje literario durante el exilio y también la que al regreso es vista de forma agridulce”.
Los interesados en la Guía Benedetti , que verá la luz gracias al fundamental apoyo de la Fundación que lleva el nombre del poeta, podrán conseguirla, gratis, en cualquier puesto de informes del Ministerio de Turismo, en los centros MEC (del Ministerio de Educación y Cultura) y en los puntos de informes de la Intendencia de Montevideo.
Fuente Revista Ñ

sábado

Poética



"Rendir justicia al mundo visible" Joseph Conrad
La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertarse esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul. 
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto. 
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía 
es lo que se está viendo.  

Joaquín Giannuzzi

Felíz cumpleaños, Grillo!



Con motivo de homenaje a mi amigo Juan Pablo Espínola alias "Grillo", les comparto uno de sus poemas, a mi gusto, muy hermoso.

Como al rio

Te extraño como al viento y al río,
y esas otras cosas que no me animo a decir,
que ayer y mañana y cuándo,
pero sobre todo como al río.
Vos, el agua, la cabeza gacha
todo tu cuerpo era tímido
menos los ojos negros,
llenos de agua/furia/vida/miedo.
A veces los sentía desde otro lado
y ojo, no como al decir, no,
lo sentía en los huesos,
en los silencios, en el humo, en el sexo.

¿Los voy a volver a ver?
¿Me voy a volver a empapar
en agua y ojos y también viento?
Te extraño y, sobre todo, como al río.