Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

viernes

Hoy muere El Cervatillo


Un cubo de alambre, casi rompiéndose, acariciándo el dolor.

-El canario no está -
¿Oyeron?
Un soplido se abre paso rudo entre rondas de dientes muertos. (xiiiiii xiiiii) Todos, uno y la luz –por momentos intermitente- se hacen claros cuando sonreís.


Hay –en un bolsillo roto- frutos de otros colores que no conocen la primavera porque surcaron la vida por otro carril, el de la herida de penumbra y esperanza.

Otras personas, otras las que guardan un matiz cutáneo más profundo y ancho. El rostro a cara lavada de un pueblo sin locación.


Trozos de cuerpos llenos de nostalgia costera, anatomías en la orilla. Robotizando los muelles, están en las noches eléctricas de luces de neón. Horas del fin, embriagadas de soledad culpan a los ceniceros.


Borrando el límite, arañando los perfiles de los rostros, que no son otra cosa que alfiles que avanzan chanfle. Hay héroes espiando en las cortadas de ladrillo y humo.


En su corazón no mamó generosidad: pura tinta china ardiente que tiñe y oscurece su garganta seca de sol. De ese que los caprichos de los hombres enamorados lo hicieron mutar en infinitos astros que burbujean al amanecer.


Hace un puñado de minutos, tres pájaros pían un himno de sintaxis obsoleta. Bastaría sacarle punta al lápiz que los dibujó; y a los papeles y a los versos –de esta poesía y de todas que murieron a mis ojos- y a esa palabra que se hace saliva en tu boca.


No es tan imposible abrazar el aire viciado de una jaula si el canario te abre la puerta y te da la bienvenida. Un par de ojos despabilados, pico blando que se abre con cortesía y un gamulán de plumas que se estira sin dar explicaciones. La grandeza de la situación  te vuelve un ave rapaz. Y como la arena de los relojes, sentís que un gesto te corrompe ese programita que te instalaron en los anales: la moral.


¿Quién sabe por qué los yuyos deben ser arrancados de las macetas?

¿Quién dijo que la muerte del acertijo está en su resolución y no en su perenne incógnita?

¿Quién condenó a ese grupo de pasos a ser evitados a toda costa, los pasos en falso?


Creo que ya hirvió el agua para el mate y la yerba aguarda deseosa su primer chapuzón.

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