Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

domingo

The lunar´s & la herida´s mistery

El lunar y la herida comparten desde hace un número primo de dos cifras de años un enigma por demás misterioso. Una cuestión que no se acaba y que fluye con infinita pereza por los hombros y rodillas de las personas con tez heterogénea. Se dice que está escondido entre un montoncito de palabras que hace mucho nadie pronuncia…

Aunque lo soplen por lo bajo y se golpeen el pecho al traerlo involuntariamente a sus mentes, todos saben que es inútil intentar dilucidarlo…

Pero
la curiosidad
se vuelve
sencilla - y
navegante
-mente
insoportable.



Es un mareo que no tiene fin. Proa y popa, revuelto gramajo, todo es lo mismo. No hay Reliveran que valga.


Solo si se achinan los ojos se ve un paisaje sin color: nobles figuras pulidas por el viento de los recuerdos. Quizás, en algún momento aparezca algo o alguien que pueda desenredar con paciencia el misterio del lunar imprecisamente próximo a la herida.

Quizás

Quizás

Quizás

(Así dice la canción, ¿no?)


[A lo lejos]
Léase rápido lo siguiente:

Ecos, cánticos de ultratumba. Un ruido tan finito y punzante como un alfiler con cabeza redondita y de color fucsia o celeste –esos que tienen las abuelas o las modistas pinchados en un almohadoncito. Croan sapos resongones. Chicharras, charangos, chás-chás en las colitas. Chacarita, cucharita, cucaracha. Off, Fují y Glade. Alquien se está limando las uñas, ¡Qué feo ruido! Bocinas de autitos chocadores. Otros ecos, canciones de cancha que alientan a un equipo que va perdiendo y faltan 2 minutos para que termine el segundo tiempo. Una opereta en ruso cantada por tenores que les duele mucho la garganta y no llegaron a comprar caramelos de miel antes de la función. La aspiradora que quedó prendida en el lavadero, ¡Te dije que la apagaras! Lluvia sobre un techo de chapa, que no garúa finito, por cierto. Agua que hierve adentro de una pavota. (Dícese de la mujer que es aún más lela que un pavo.) Un guión leído de corrido en un ensayo por el asistente de dirección. Gente que trata de hablar despacito en una biblioteca y mucho sh´s en consecuencia.


[Ahora]

Silencio

Silenci…

Silen…

Si…




TA – plim - TA plom - TA – plum -TA  [ad infinitum]

 
(Es la osamenta del puñado de palabras (las susodichas entre las que se escondería el enigma) que luchan por flotar y no morir olvidadas en el fondo de un tanque australiano. Anatomías carentes de sintaxis, vocales viudas y consonantes sedientas de hiatos. Se sienten títeres y por las noches aullan a la luna, y bailan tangos en honor a sus titiriteros apócrifos. Melancolía típica del abecedario.)


Todos se hacen los ignorantes en el tema pero nadie esgrime esa duda que se menea entre el lunar –hombre de pocas palabras inoportunas e ideas circulares- y la herida –delicada dama de nostalgias azarosas-. Su sigilo, ese pacto tácito entre ambos seres dérmicos, no los priva de borracheras feroces y charlas holgadas hasta el vago amanecer.
Resacosas sus miradas se abrazan en los momentos previos a la confesión pública –hay mucha presión popular por saber su secreto, muchos hincha quinotos- y se escabullen las flaquezas. El hermetismo sube a sus labios como una enredadera carnívora, y sonríen sin mostrar los dientes, como las estrellas en la Red Carpet.


Porfis / plichus / porfa / plis / porfavore / pli-pli-pliiii / porfix / porfax, mandámelo por fax…


¡Dale, guachos! (Aclaman todos y todas)


Pero nada.
Al lunar y la herida les resbalan o resfalan sus súplicas como si estuviesen cubiertos de una capa espesa de Blem -lustra muebles, pisos o cualquier superficie con polvo.

Un mísero cacho de justicia piden aquellos, los testigos de la historia oculta. Una hilacha de verdad para tirar con cautela y, corriendo la cortina, poder darse ese gran lujo: saber de una vez por todas cuál es el misterio que esconden los amantes dérmicos.

[Cámara lenta]

La herida casi sonriendo –gesto extraño para su cotideanidad- pestañea sin pausa, hay algo que la posee, sus ojos están como estacados a una madera astillosa. Una imagen cargada de pasajeros, luces que naufragan de la pupila al iris. Está la herida acostada sobre el paisaje que observa. Y su corazón late como la superficie de una cama elástica poblada de gurises, casi a punto de reventar.

Corre el lunar grabando una hilera de huella duras en cemento fresco. Tatúa su respiración el aire virgen, hay una pena que exhala y vuelve a inhalar. Está lejos y presente, vigilando la orilla de la herida, ese límite donde el paroxismo lo une como hermanos. ¡Corre, hijo de la luna! Llegar o no llegar, esa no es la cuestión. El agua para el mate ya se pasó hace rato, quizás sirva para los fideos. Ahora su tercer ojo visualiza a la herida como queriendo cicatrizarla.


-Ya está, creo que se están enterando.

-¿Che, que es ese pesimismo cutáneo? ¡Parecés un punto negro!

- Basta, viejo. Hay que ser realistas. Hay que mirarle la cara a la verdad sin pestanear, ni bajar la mirada.

- ¡Y es lo que hago, canejo! Quedate trancui, va a estar todo bien.

- ¿Decís? Yo los escucho murmurar por debajo de la epidermis. ¡Por la dermis, viejo! Tanta curiosidad incontrolada me da cui-qui.

- Desde siempre hablaron macanas por ahí abajo… Pero, ¿Cuántos cuerpos, cuántas pieles, razas, texturas, arrugas, manchas atravesamos, habitamos, perpetuamos juntos y nunca nadie nos jodió con nuestro asunto, eh?

- Cuando tenés razón, tenéspresidente, publicista, vendedor ambulante...

- Bueno, pará que me la voy a creer… Yo no tendré la verdad de la crema para los granitos, pero escuchá, viejita, que tengo algo pa´decirte:

- ¿Qué, qué?

- Siempre que me mires o mires a mi vieja, la luna, respirá hondo, llená tus pulmoncitos heridos de aire y pensá que todo lo que es circular tiene algo de verdadero, de franco a la vista, de seguro segurola porque empieza y termina a los ojos del mundo. No se va detrás de bambalinas, mutis por el foro, sino que hace el truco y te cuenta la maña.

- Pero...

- Es cierto que no es bueno desconfiar de las formas de antemano, pero la experiencia que me dio la anatomía dérmica avala por el momento 100% esta teoría… Viejita, guiate siempre por la intuición, por las corazonadas y las miradas limpias… Pedí y da consejos a troche y moche, siempre de corazón;  pasá la sal de mano en mano que la suerte viene y va cuando quiere, es una pibita caprichosa. Y por último, guarda bien, más bien y con cuidado que al dinero y las joyas, los secretos que te aseguro que son lo más valioso e íntimo que puede existir entre dos personas. O seres dérmicos, por supuesto. Yo te amo y siempre me voy a quedar muzarella, ¿Y, Borges?

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