Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

lunes

Geología del “yo” / Joumana Haddad



Soy el 6 de diciembre de mil novecientos setenta;
soy la hora justo después del mediodía.
Los gritos de mi madre alumbrándome
y sus gritos alumbrándola.
Su útero soltándome para emerger por mí misma,
su sudor alcanzando mi potencialidad.
Soy los ojos de mi familia sobre mí,
las miradas del padre, del abuelo, de las tías.
Soy todas sus perspectivas posibles;
las cortinas corridas, y las paredes detrás de esas,
y soy la que no tiene nombre, ni mano, por lo que viene detrás.
Soy las expectativas sobre mí, los sueños malogrados,
los vacíos suspendidos como amuletos en torno a mi cuello.
Soy el abrigo rojo ceñido, que lloraba al llevarlo,
y todas las constricciones que aún me hacen llorar.
Soy las tablas de multiplicar que aún ahora no domino.
El dos que suma uno, siempre uno.
Y soy la teoría de las líneas curvas, nunca juntas.
Soy mi fe, de niña, en que la Tierra giraba en torno a mi corazón
y mi corazón, en torno a la Luna.
Soy la mentira de Papá Noel,
que aún hoy creo.
Soy la mentira de Dios,
que no creo más.
Soy la astronauta que soñaba ser algún día,
las arrugas de mi abuela que se suicidó;
mi frente apoyada en su regazo ausente.
Soy chantaje, mi vicio inaugural.
Soy guerra
y el cadáver del hombre que los combatientes arrastraron ante mí,
y su pierna intentando seguirlo.
Soy la adolescencia de mi pecho derecho,
la sabiduría del izquierdo,
el poder de ambos bajo una camiseta ajustada
y luego mi conciencia de su poder: el inicio de la caída.
Soy mi aburrimiento rápido, mi primer cigarrillo, mi atrasada obstinación,
las estaciones pasadas.
Y soy la nieta de la niña que fui;
su falta de mi rabia,
mis decepciones, mis triunfos,
mis laberintos, mis mentiras,
mis cicatrices y mis virajes erróneos.

sábado

vaga visión bunda

a.
Pestañeo
duele 
y estás vos y tu barba
que cuando me pincha recuerdo el día
que murió papá,
el beso último que perforó mi labios
niños e inocentes,
antes de eso creía.

b.
A veces pruebo la tinta de un resaltador
busco luminosidad de un sorbo
también alguna noche
intenté tragarme un bichito de luz,
nadie nunca me ofreció
su amor tan ínfimo.

c.
No vale la pena que me lo nieguen
ya sé y lo compruebo sola
mis huesos bailan de madrugada
o a lo sumo
hacen yoga o taichi-chuan
quién me lo va negar
si yo los veo disimuladamente
como se mueve mi codo solito
y el ruido extraño de clavícula
un cli-clac que me da miedito.

d.
Es mi hombro que no se qué
sobre ese hombre que no se quién
cuando va la mano
en la marca
en la espalda
es cielo que se cae al tacto
y un compás acalambrado
se quejó

e.
Hermoso en tu silencio
vas que te vas de dónde
la que cruzó tu calle alfombró tus ojos
y ahora rodás en colectivo
de linea diagonal
como pidiendo limosna
de ese gesto infinito

14 formas de hablar de lo vivido



Poesía eres tú

Bécquer

Pero ¿quién sos con los pies en la tierra
          sin precio?
Ojos muy despiertos, manos para el misterio
        que simplemente está.
Tu cuerpo es el paisaje que al ser vivido hace
de cada emoción una emoción más cierta.


A un contemporáneo

La palabra no es insensata; es más ingenua.

¡Qué tiempo estos en que el árbol talado cae
         sobre una casa felíz!
Antes las cosas eran como eran; ahora según las pintan.
Pero ¿cómo negarlas sin quitarle al hambriento
          la esperanza?

Ese hombre que zigzaguea entre las Órdenes globales
¿encontrará a su amada o está paseando su soledad?


de Federico Gorbea

instante



Vi la mosca,
vi tu vaso,
vi que estabas por apoyar el labio donde se posó.
Tu mirada, en esos pibes que fumaban en la esquina con rudeza.
Y estabas prácticamente besando a la mosca,
o su rastro –en vez de besarme a mí,
que estaba allí,
enfrente tuyo.
Y la televisión, y los parpadeos de la luz con su falso contacto,
y la cerámica de los pocillos que chillaba histérica,
Y quise avisarte, alertarte de algún modo eficaz.
Pero no había tiempo, eran milésimas de segundos.
De pronto la cámara lenta,
El tiempo se comenzó a estirar,
Y a estirar,
Y a estirar,
Y a estirar,
hasta cobrar la consistencia de un chicle masticado por horas.
Vos ahí enfrente, yo con un mensaje concreto, y mi boca vedada.
Entonces, mi mano actuó sola:
Bruta, cruzó la mesa
y se interpuso entre tu boca y el vaso.
Todo se frenó.
El beso fue torpe, pero necesario.
Y en un segundo, volviste al bar, volviste a la mesa, a tu silla, a tu cuerpo, a tu ojos.
Y con un guiño y media sonrisa,
todo volvió a la normalidad.

Croto / Javier Adúriz


Verdadero revolucionario
arrastrás basura
por la vereda de la repartición.

Qué diestro sos en armar
recovecos útiles
donde abrochar tu bragueta
con un piolín.

Maestro sucio
que sueña
con una sonrisa en la ruina,
con el puño por almohada,
la panza hinchada y los pies
perfectamente calzados
de realidad.

Si un extraño vacilante
abre el boquete,
sólo tu ojo
mira,
(oh artista
de las bolsas y la lona casual),
pupila fofa entre dos hemisferios,
algo muy tuyo imparcialmente

j
u
z
g
a.

lunes

Actuar para que el estado secundario llegue a primario




Vivir poéticamente


La poesía no es sólo una variedad de literatura, es también un modo de vida en la participación, el amor, el fervor, la comunión, la exaltación, el rito, la fiesta, la embriaguez, la danza, el canto, que, efectivamente, transfiguran la vida prosaica hecha de tareas

prácticas, utilitarias, técnicas. (...)

Fernando Pessoa decía que en cada uno de nosotros hay dos seres, el primero, el verdadero, es el de sus ilusiones, de sus sueños que nace en la infancia y prosigue toda la vida; el segundo, el falso, es el de sus apariencias, sus discursos y sus actos.

Podríamos decir de otra forma: en nosotros coexisten dos seres, el del estado prosaico y el del estado poético, esos dos seres constituyen nuestro ser, son sus dos polaridades, necesarias una para la otra: si no hubiera prosa no habría poesía, el estado poético no se manifiesta como tal sino en relacion con el estado prosaico. Tenemos necesidad vital de prosa, porque las actividades prosaicas nos hacen sobrevivir. Pero muy a menudo, en el reino animal, las actividades de supervivencia (buscar comida, perseguir la presa, defenderse contra los peligros y los agresores) devoran la vida, es decir el goce.

Hoy, en la tierra, los humanos dedican la mayor parte de su vivir a sobrevivir. Tenemos que actuar para que el estado secundario llegue a primario. Hay que tratar de vivir no solo para sobrevivir sino tambien para vivir. Vivir poéticamente es vivir para vivir.


Edgar Morin

sábado

Espejismo - poesía ricotera

(1993)




La tierra gira, hoy, menos veloz.
(en ciertas cosas, el diablo siempre es neutral)
Pasara, ya pasara
este espejismo pasara...
Cerrás los ojos y ves la boutique del rock
y sus jugadas que siguen saliendo bien
Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir...
Contra las cuerdas vas a desafinar
canciones tristes, dueñas del corazón
Borra el rastro tu dolor
y ya no te arrepentís...

Los redondos

Qué capos los Ricacosa, che!

Histeriquita



Apartei (Gran letra!)
Ay no me des apartei / vo' sos una mina dada / yo nunca te pedí nada / ni compromiso ninguein / te lo junaste al dijeí / te gusta el de la cantina / un flaco desde la esquina / te relojea re-gato / yo estoy pintado hace rato / como en una cartulina.....

Un berretín



Histeriqueándome andas
qué te hacés el macho argentino
No te das cuenta que parlás
a mi me importa un comino
Será que de tanto achurar* 
con otros pibes de la cuadra,
hoy solo quiero pasear
en tu moto bien careta
una vueltita nomás
y frenar en una esquina
pa' mirar la luna brillar
y hacerle rinraje a una vecina.

martes

Alguito de Elder Silva: un loco lindísimo!


Aguas benditas

los dos bajo la ducha:
tu mano moviendo los grifo amarillos
(equivocados)
el tránsito del agua por lo lugares recien amados
de tu cuerpo,
Senos altos bajo la cascada,
la lluvia del pelo en el entorno de los hombros,
las manos comerciando con tu vientre,
con los movimientos pretorianos de tu boca desnuda.
El niágara habitual en casa del poeta solo,
a donde llegabas, te mojabas
Ibas y venías
siempre intacta.

(Olímpica en el corredor de los departamentos.)

El niágara habitual bajo el cual el mundo desaparecía.
al menos, el de las malas ideas
el de borrascosas tardes.


Welcome nena

(para Malí)
Celebramos con vodka tu regreso de las tierras
que fueron del dominio de Lenin:
26.000 kms sobre el Atlántico.
Escalas en Budapest, Cabo Verde, Bahía
y finalmente Buenos Aires.
Bien atendida por las azafatas de Aeroflot,
perdida en las autopistas porteñas, viendo
lo que había que ver, te hundiste
en el desastre de mis brazos
                               -40 noches con sus días-
donde no te esperaba precisamente la paz.

Has engordado un poco, tu pelo está más largo
y las oleadas del Mar Negro te han marcado la piel.

Sin embargo, ni las reuniones políticas,
las charlas en el Komsomol, ni acaso tus
desprevenidas caminatas por avenidas moscovitas
quitaron de tus ojos esa larga impaciencia
por la vida nueva.

                        Y me dice tu boca
tu aspecto de doble agente es menos fugaz.

Zoom

(para Malí)
Estás en la cocina abriendo una lata de arvejas:
de espaldas, los jeans ajustados son fácil tentación
para mis ojos de animal aturdido.
Entro y siento ganas de besarte en el cuello descubierto,
levantar tu blusa y tomarte por los pechos
casi dulcemente.
Pero el abrelatas avanzando por el círculo filoso
detiene mis impulsos venales. Es decir, tus dedos rojos
apretando el abrelatas en el borde del tarro,
cambian calles pasos veredas omnibuses
por ese pequeño y maquinal movimiento
que vos ejecutás con cierta devoción y encanto.
Al fin cierras el círculo
y como fulminada,
la tapa cae sobre los azulejos de la mesa.
Meto la mano en el tarro y te doy una arvejita
en la boca.
Y te toco los dientes con la lengua
en un poema con final feliz.


Muchacha en un ómnibus

Te acomodás el pelo y mirás,
 mirás por la
ventanilla como distraída.
O como si buscaras un número entre los
números de las placas que pasan fugazmente.
Y te sonreís apenas con un hálito de agua,
cuando los semáforos cambian del rojo
al verde, y el ómnibus prosigue.
O cuando el amarillo parece perpetuarse,
pero no.
Y yo, como un delincuente, espío en tu nuca
moviéndose
 y moviéndose en el otro asiento,
cuando inclinás la cabeza sobre la libreta de notas
 (donde seguro no hay una sola línea escrita).
Y sé bien que todo lo hacés porque
sabés que estoy mirándote
y que estoy aguardando el mínimo descuido tuyo,
o el descuido de tu cuerpo o tus palabras.


*Nació en 1955 en Lavalleja, Salto, Uruguay. Es poeta, periodista, maestro y gestor cultural.

*Lo dos primeros poemas son de La frontera será como un tenue campo de manzanilla editado por Eloisa Cartonera (2010), y los dos últimos los encontré chusmiando la Web.

Pensamientos de un poeta insomne

Cuando el sueño no me pica ir a la cama es rascarme con sadismo la piel hasta crear una nueva herida.

Cuando mis ideas están desveladas, esa sangre, la de la herida creada, tiene un sabor tan amargo
como morder un durazno luego de haberse lavado los dientes.

Oigo una voz que me recrimina: vos querés dormir y yo recién me levanto.

Es la poesía la que me habla, cuando ando insomne, y yo ahì, metidito en la cama, tapadito hasta el cuello, callado viendo como la habitación, el despertador, mi ropa en el perchero -trajes que esclavizan- se me ríen en la cara. Me hacen burla.


¿Qué vas a decirle mañana a tu jefe? ¿Que no dormiste porque tuviste una noche salvaje con tu amante, la inspiración?

¿Entendería que esa puta no se acuesta nos veces en tu misma cama y que si no la enamorás se va a la cama de otro?

¿Quién es tu jefe, ese gordo pelado o el lápiz y el papel?

lunes

The last puchou (2:21 AM del 10/04/2012)

Qué lindo es encontrar en el bolsillo de un pantalón
no monedas, ni billetes, ni caramelos,
ni algo que nos recuerde a alguna persona del pasado,
lo heróico, lo inconmensurablemente gratificante
-milagro y resurrección-
es encontrarse un pucho aplastado.
Medio pucho, si quieren, algo fumable
para esas madrugadas solitarias
donde el trabajo desborda tedioso.
Guarda, ese montoncito de tabacco lúmpen
no se fuma como cualquier cigarro.
Huerfano, se lo mira con cariño
que nace en la aguda abstinencia
y perdura hasta la última pitada.
Prenderlo con sumo cuidado,
acunándolo entre los dedos como un dios
y pitar con el cuerpo entero,
amortiguando las ganas,
así se fuma the last puchou.
En el silencio de los silencio de la noche,
cuando todos duermen y no sienten el frio,
ese abandonado se convierte,
sin quererlo,
en un manantial de caricias al alma.

jueves


Ayer mi abuelo me contó que su viejo se escapaba de la facultad para ir a escuchar a Alfredo Palacios. Me lo dijo así nomás, en voz bajita para no despertar a nadie, y con total naturalidad como quien comenta el clima, algún chimento de la farándula o un sueño. Resulta que pasé todo el fin de semana en su casa en Campana y si bien con él siempre tengo tema de conversación, los tres días que me quedé a dormir, no habíamos hablado de nada muy importante. La revelación fue el Domingo a la mañana. Los dos madrugamos y nos encontramos en la escalera, y mientras bajábamos bostezando, soltó la historia como si le hubiesen pinchado la memoria. Seguimos bajando en silencio.
Termo cargado, cigarrillos, todavía en pijama, nos sentamos en la puerta de la cocina que da al patio, en el escaloncito de mármol más frío de toda la casa. Había un fresco lindo dando vueltas por las baldosas, necesario para despertar de una vez por todas al sueño que seguía haciendo fiaca en el cuerpo de los dos. Mientras le pasaba el mate dulce, como a él le gusta , pensé que escapase es una gran acto de valentía. Quizás, lo cobarde es permanecer.
Al intuir mi fascinación ante lo revelado, mi abuelo también me contó que su primo estuvo preso de joven por escribir teatro, pero que aún preso, vivía escapando. Chupé la bombilla, que estaba medio tapada, y  antes que pueda preguntarle nada, me aclaró: “mentalmente, claro.” Mientras espolvoreaba el azúcar, le dije de modo confuso pero resuelto, que así, estar puede vivirse escapando. “En  estado de fuga“, me corrigió asintiendo. Hice silencio y me concentré en volcar la  dosis justa de azúcar para que el mate vuelva a tener el mismo sabor que el primero  de la ronda, que tanto me había festejado mi abuelo.
Como si hubiese presenciado una epifanía dije en voz alta: “O sea que no hace falta irse para escaparse. Pensado, simplemente, se puede perforar muros“. Mi abuelo colgó la mirada en una maceta  rota llena de yuyos. Siempre hace lo mismo cuando se hunde en sus pensamientos,  cuelga la mirada. Pero cuando amagó a contestar, lo interrumpí con un ¡ay! producto de la feroz mordida de Josefina, la tortuga, en mi dedo gordo del pie. Es curioso, Josefina  técnicamente podría clasificarse como una tortuga “de cemento”, porque el patio de la  casa de mis abuelos nunca tuvo pasto y desde chiquita -no sé cual es el equivalente de cachorra para tortuga- caminó sobre un piso áspero y duro, de cemento alisado. "¡Buen día, gorda!  ¿Vos también madrugaste?", mi abuelo le a habla sus tortugas. Yo también les hablo, pero la diferencia es que él recibe respuesta.
Rápido cebé otro mate y se lo pasé, intentando remendar el clima. Quería seguir hablando. Empujando a Josefina con la mano, mi abuelo achinó la mirada y deslizó un: “Claro, Julita, y no hace falta estar preso para darse cuenta.” Aproveché que estiraba su turno y se calentaba las manos con el mate para prenderme un pucho. Tenía razón el abu, y que bien se sentía escuchar su voz a la mañana. El patio vacio ofrecía una  acústica perfecta, sus palabras sonaban límpias y frescas. “No hace falta estar preso,  para sentirse preso”, pensé en voz alta y solté el humo. Subió las cejas y bajo los  párpado al mismo tiempo y me dijo que sí, pero que el asunto no es tan obvio como  parece. Seguido, me sacó el cigarrillo de la mano con confianza y antes de pitar enunció: “Saltar cada tanto por la ventana es un buen ejercicio. Solo que hay veces que  la gente no quiere hacerle frente al miedo del marco, su filo y la potencial cicatriz.”
Ya eran como las once y media, y Josefina y las otras tortugas tenían hambre y comenzaban a aparecer de entre la jungla oscura de macetas. Querían que les arrancásemos las rosa-chinas dulces que tiene mi abuela en la terraza, donde ellas no tienen acceso. No les gusta los pétalos de malvón, ni de geranio, ni mucho menos los  helechos de las paredes. Estaba por levantarme cuando mi abuelo me dijo: “Que sientan el hambre un rato más. Después van a comer mejor.” Yo me quedé quieta y me distraje con un panadero. No hablamos más hasta el almuerzo. Seguimos tomando el  mate, lavado y sin azúcar, en silencio, compartiendo los cigarrillos y mirando a las tortugas tener hambre.

El tren y la mujer que llena el cielo...

Tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.



Sí, tu niñez ya fábula de fuentes / Tu infancia en mentón


Jorge guillén / Federico García Lorca

martes

Este juro que lo inventé yo...

¡A vos sí que se te pueden pedir peras, Walter!




Medio que me da un mezcla de pudor,
orgullo [mucho] y risa.
Como verán, este blog da para todo.

Se solicita inspiración piropera


Hombres, ¡¿qué les pasa?!

“Hola, hermosa! Sh, sh, hermosaaaa. ¡Qué herrrrrmosa!”

¿Nada más pa´decir? ¿Dónde está la inspiración y el ingenió.?El silbidito típico, ya pasó. ¡Innoven! ¡Creen otras melodías! ¡Inventen frases, descríbanos mejor, sean más precisos! Ya sabemos que tenemos culo y tetas. Queremos que nos diferencien del resto de las mujeres que vieron en el día. Queremos saber qué nos vuelve más atractivas que la que paso hace tres minutos por esta misma cuadra. Mírenos, pero principalmente, sepan vernos. Contemplen nuestro andar, huélanos, mirén nuestra piel. Pero eso sí, ¡el piropo a los ojos! 
Sean machos en los detalles, acá también se pone en juego su virilidad. Celebren a las mujeres “hermosas”, pero enserio. Si son tan valientes para abrir la boca, digan algo, loco! Juéguensela. Bánquense la cursilería, el ridículo, practique. ¡Háganos reír, pero sin guarangadas! No saben, no se imaginan el poder de un buen piropo. Un frase pícara, un “morocha” bien dicho, puede salvar el día de una mujer, sin exagerar. ¡Háganse cargo de su función social, asuman su rol de piropeadores y esmérense! ¡Son vitales para el mundo femenino! ¡Sean poetas del asfalto, che! Y desde arriba de una vía, sentados en una café, andando en moto o caminando por la calle, agudizen la mirada, visualizen el objetivo y tiren ese dardo exquisito, que es un piropo bien dicho.

lunes

Leí, feriado, leí.


2.04.12

Hoy es el nosecuanto aniversario de Malvinas. En este momento, Quebracho boys -jóvenes civilizados que dan la cara ante sus actos- están atacando la embajada Británica a no más de 10 cuadras de mi casa. Escucho estruendos y veo 3 helicópteros que sobre vuelan el lugar. ¿Tiran petardos, los fantásticos chasquibúm? No, bombitas molotov. Qué pirótecnicos, los chicos. Se ve que se quedaron con las ganas de Navidad. Miro por la ventana, escucho el noticieron en la habitación de mis viejos. Estoy semi-dormida. Es un paisaje poco común, se parece a un sueño o al jueguito de guerra que juega mi primito de 6. 

Hoy a la mañana leí W.H. Auden. Recuerdo tres poemas y sus glosas correspondientes. Tirar las llaves y alejarse, No es esta una separación mordaz y La carta. Me fue más que necesario leerlos en ingles. Y eso que mi ingles es re choto y en el colegio detestaba la materia, excepto por la profesora, Cristina, que quería a toda costa que fuera mi abuela. Vuelvo a Auden. El libro "Los primeros años" lo compré hace una semana en la Librería Norte. De Rolando Costa Picazo, un crack de la U.B.A. El libro es un gran laburazo, me aconsejó Sandro, el librero. De alguna manera siento ese laburazo al hojear el libro. El agotamiento, el hartazgo y la incuantificable satisfacción final. Leí esos 3 poemitas como quien da tres sorbos para saciar la sed y quiere hacer durar el vaso. Los saboreé y cerré el libro.

Leí para la facultad un texto sobre el “Diagnóstico Organizacional”. Pocas cosas me resultan tan aburridas. Pensé: ¡"Vos me hablas de desarrollo organizacional y yo estoy buscando "la honestidad de mi voz"! Lo dije en voz, alta. Lo grite. Me cagué de risa. Y cerre el maldito módulo. Después, leí el prólogo de El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl que, aunque no dudo que sea genial, es una lectura obligada, ergo, la detesto, cero ganas, no lo manejo. Punto.

También, leí la editorial de Borenstein de ayer en Clarín que me recomendó mi abuelo y me separó especialmente. Buena. Pero tengo la cabeza en otro lado. Y la guerrilla gobierno-Clarín, ahora me tiene sin cuidado. Últimamente, estoy medio indiferente con lo polémico de los medios; agarro el diario y busco la noticia. Lo que no sé. De alguna manera, lo uso como una prostituta. (Qué feo que suena.) Pero es así. Quizás me llama la atención algún articulo y quiero volver a verlo. Supongo que puede pasar –por qué no- que un hombre quiera volver a pagarle a la misma mujer. Pero no da para más de dos leídas. De los suplementos culturales sí me puedo llegar a enamorar. Digo “puedo llegar…” porque si la cosa se torna snob, puede llegar a ser peor que una breve bien cholula y chimentera en Espectáculos. A lo que voy es que tiene que tener vida, tiene que golpearme, rasguñarme, dejarme picando una palabra, un nombre, una idea…

Hace un ratito me leí una crónica en Orsai, numero 1, Crónica de un deportado por Alejandro Seselovsky. Gran texto que me vino como anillo al dedo porque la semana que viene tengo que escribir una crónica para la facultad. Qué loco este Casciari y la historia de Orsai. Es gracioso, internalicé el concepto al punto de decirme a mí misma en determinadas situaciones: “che, nena, estás Orsai”. Qué se yo.

Ahora miro un librito que me salió 5 mangos en la Av. Corrientes y está apoyado al borde de la cama. Es una antología surrealista del Centro Editor de América Latina, editado en 1970. Me mira de reojo, diciéndome algo así como: “Sos débil, muy débil, copate que te gustan las vanguardias y te hacés medio la progre.” Perdón pequeño rejunte de hojas azarosas, palabras ordenadas a la que te criaste y no tanto, poemas lúdico escritos por loquitos desquiciados, forenses de cadáveres exquisitos... mi gran amiga Paloma “el enano literario” Sirvén me espera para tomar un café y hablar de eso que es nada, que es todo, que es aliento, diría el Negro Raúl Santana. Para hablar un rato de poesía.

domingo

¡Jugado, che!

Carta de Friedrich Nietzsche a Lou Salome, Diciembre 1882

Lou:
Que yo sufra mucho carece de importancia comparado con el problema de
que no seas capaz, mi querida Lou, de reencontrarte a ti misma.
Nunca he conocido a una persona más pobre que tu:
Ignorante pero con mucho ingenio
Capaz de aprovechar al máximo lo que conoce
Sin gusto pero ingenua respecto de esta carencia
Sincera y justa en minucias, por tozudez en general
En una escala mayor, en la actitud total hacia la vida:
Insincera
Sin la menor sensibilidad para dar o recibir.
Carente de espíritu e incapaz de amar
En afectos, siempre enferma y al borde de la locura
Sin agradecimiento, sin vergüenza hacia sus benefactores…
En particular:
Nada fiable
De mal comportamiento
Grosera en cuestiones de honor…
Un cerebro con incipientes indicios de alma
El carácter de un gato: el depredador disfrazado de animal doméstico
Nobleza como reminiscencia del trato con personas más nobles
Fuerte voluntad pero no un gran objeto
Sin diligencia ni pureza
Sensualidad cruelmente desplazada
Egoísmo infantil como resultado de atrofia y retraso sexual
Sin amor por las personas pero enamorada de Dios
Con necesidad de expansión
Astuta, llena de autodominio ante la sexualidad masculina.
Tuyo
F.N (Friedrich Nietzsche)

¿Esto comprobaría que del odio al amor hay un par de cuadras? No sé, me suena muy cliché. Lo que sí creo es que el asunto es muy curioso. Nietzche se volvió completamente loco por Lou Salomé e hizó pública su misoginia (odio a las mujeres), sin embargo, si bien le dijo a Lou un par de cosas copadas sobre su forma de ser, terminó la lista de cumplidos con un "tuyo". Lou Salomé era la persona "más pobre" que conocía Nietzche, y a pesar de esto él no podía dejar de admitir que le pertenecía. Tal vez, no todo él, pero sí su corazón. Acá no es que me ponga cursilonga, pero hay algo que me copa del romanticismo viejo, que hoy a muchos causa nauseas. Eso de hablar tanto del "corazón" tiene algo que está piola. El corazón, en definitiva, es una figura retórica -la parte por el todo- y estos tipos, los "románticos" o los viejos -no me quiero meter en épocas y años- eran bastante más jugaditos que los tipos de ahora. Tipos y minas, no generalizó, ni le doy solo a los hombres. Para ellos el corazón era lo más importante, lo que valía la pena. Lo que digo es que al decir "mi corazón es tuyo" o alguna barrabasada por el estilo, decían: "che, tomá te doy lo más importante que tengo, te doy mi núcleo, mi principio vital, eso que sin me muero. Es heavy, ¿no? ¿Qué somos capaces de dar hoy al otro? ¿Tiempo, oído, ojos? Ni hablar de darnos a nosotros mismo, ¿no? Pero volvamos a Nietzsche. Algo inexplicable lo movía hacia esa "grosera en cuestiones de honor", "depredadora disfrazada de animal doméstico", egoísta infantil y retrasada sexualmente. Y el tipo se lo decía. "Sos lo peor, pero soy tuyo." Jugado, che. A veces me pregunto si podemos luchar contra estas cosas. O si vale la pena. Si mal nos hará alejarnos o más mal nos hará quedarnos cerca de estos "monstruos amados".  ¿Somos capaces de enumerar, como Nietzsche, todo lo que no nos gusta del otro y aceptar que, a pesar de esas cosas, somos inevitablemente "suyos"? Es algo doloroso, ¿no es cierto? Quizás, atenta un poco contra nuestro orgullo. Ojo, también es posible correr la mirada y mentirnos. Pero, ¿cuento tiempo se puede pretender que se tiene al lado a la persona ideal si en el fondo algo nos dice que no es así? Vivir en la mentira o en la verdad, esa termina siempre siendo la cuestión. Tarde o temprano vamos a encontrar al ogro duchandose en el baño mientras nos cepillamos los dientes y va a ser insoportable.