Frescura

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Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

lunes

Salir con el chico que lee

por Manuela Zárate

Esto lo escribí en respuesta al artículo Salir con la chica que lee / salir con la chica que no lee.

Quedaste con él a las nueve de las noche. Se apareció a las 10:15 y tú estabas decidida a recibirlo en pijama con un reproche que no se le iba a olvidar nunca más, porque a ti nadie te hace esperar. Pero algo en el SMS que él te envió te hizo cambiar de opinión, te ablandó. Te vino a buscar. Se bajó, y algo en su forma de moverse, de abrirte la puerta, la frase que soltó para pedirte perdón, incluso antes que tú pudieras emitir cualquier sonido, logró que te montaras en el carro sonriendo como el gato Cheshire. Si ese es tu caso no cabe duda. Estás saliendo con un chico que lee.

El chico que lee habla como en olas. Todas sus frases oscilan y están bien construidas, te confunde, te dice cosas que te hacen jurar que lo tienes donde lo quieres, que está perdidamente enamorado de ti, pero cuando te pones a analizar lo que te ha dicho te das cuenta que no ha dicho nada.

El chico que lee sabe que a las mujeres nos encanta sentir que nos hacemos las duras, pero que al mismo tiempo tenemos un lado masoquista que nos domina, que nos arrastra hacia lo que nos hace daño. Ese lado que espera, que sufre, que mira el teléfono cada cinco minutos, que brinca cuando suena el timbre, que se aplica cera caliente por el cuerpo y arranca aguantando el dolor físico a cambio de un placer prometido para más tarde.

El chico que lee sabe que nuestro instinto es sacrificarnos.

El chico que lee te hace sentir que tienes que estudiar para estar con él, para competirle, para estar a su altura. No importa si lees o no, el chico que lee siempre te hace dudar de tu calibre cultural. Y lo hace porque entiende perfectamente que la mujer es competitiva por naturaleza.

El chico que lee es Quijotesco, te dice que a todos los hombres les gusta algo de competencia, batirse por su dama, sólo que hoy en día no lo hacen con lanzas y caballos y toda esa parafernalia, sino que lo hacen en discotecas a empujones que no siempre terminan bien, y en el que tu adorado chico que lee termina molesto con una sola persona. Contigo.

El chico que lee te describe a la mujer de sus sueños de forma etérea, en condicionales, te habla de que quiere una compañera. Jamás te habla de esposa, ni mucho menos de hijos o de planes concretos. El chico que lee sabe que su éxito depende de que te imagines que vas a ser ella.

El chico que lee sabe que a la mujer le gusta que le hagan sentirse inteligente y valiosa, especial. El chico que lee sabe suficiente de Emma Bovary como para entender que las mujeres vivimos los textos que leemos, sobre todo los cuentos de hadas, y juega con eso.

El chico que lee no tiene que aplicar su inteligencia desarrollada para envolverte, lo hace inconscientemente. Te siembra frases y hasta escenas por todos lados. Te manda mensajes que prácticamente quieres guardar en un cuaderno, y lo hace en el momento justo. El chico te lee te llama cuando ya estabas a punto de declarar que había desaparecido, te despierta de madrugada para decirte que está pensando en ti. Aunque seas una más de tantas en su vida el chico que lee te hace sentir única. Te hace sentir un personaje de novela.
Los finales con el chico que lee siempre son dramáticos. Siempre hay una lágrima, siempre una expresión de dolor. El chico que lee te hace sentir que realmente le duele separarse de ti, aunque ya no soporte la cadencia de tu respiración, aunque quiera escribirle una carta a la casa que produce tu perfume para que lo saquen del mercado y no tener que respirar tu esencia más nunca. El chico que lee sabe de finales dolorosos. Al chico que lee hay que conquistarlo, porque el chico que lee no se deja conquistar.

El chico que lee es peligroso. Te va a mandar al foso de la depresión sin que te des cuenta.

El chico que lee no es fácil. Cuesta mucho pelear con él, siempre tiene un argumento, una forma de escabullirse cuando quieres reclamarle algo, o de convencerte de que no tienes la razón, o incluso es capaz de dártela, sólo para que entonces te veas en la encrucijada de que lo magnánimo es perdonarlo. El chico que lee no se equivoca.

Salvo cuando pasa algo…cuando se consigue a una chica que lee. Supernova. Cuando dos que leen que se encuentran, ahí puede pasar cualquier cosa.

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