Frescura

Frescura
Pero el ruido del mar no se comprende, / se desploma continuamente, insiste / una y otra vez, con un cansancio / con una voz borrosa y desganada.... [Circe Maia, 1932]

lunes

Dos domingos lindos lindos

Las últimas juntadas fueron buenos encuentros. De esos que le hacen sentir a uno que vale la pena haberlos vivido. Y en la vuelta a casa, entre sonrisas y recuerdos, nos damos gracias por habernos llevado hasta allí.

El domingo anterior la hoguera fue la música. Nuestros amigos del Durazno Inconmesurable, Inintelegible, Increible, etc, etc nos abrazaron con su ritmo contagiosamente inevitable, o viceversa. Las creaciones avanzaron por todas las superficies alumbradas a velita de color. Fue muy lindo el "mural de piso" que intervenimos entre todos con témpera, acrílico, recortes, marcadores, crayones... pero sobretodo con nuestras manos.

Ayer sopló otro viento por el Árbol. Sonó Bill Evans y sus amigos: al frío polar lo entibió el buen jazz y el vino. Ine, Prato y Palu se treparon a la casita del árbol y no les quedó otra que unirse al ya mítico partido de carioca de los Árboles, que una vez más se las trajo. Como de costumbre, Ogui nos deleitó con sus finísimas pizzas humeantes. También se coloreó mandalas y mandalitas, y se armó con recortes de diario más de una "carta de secuestro".

Todo eso y muito mais de la magia antidominguera pasa en nuestra Casa del Árbol cada Juntada Creativa. Pasa, vuelve a pasar y queda. Adentro quedan lindas imágenes.

mural de piso


Ritmo, suavidad, las voces dentro no te dejan respirar
te tenés que mover, tenés que reir, tenés que roer tu felicidad.
Pero igual seguís, como si no pudieras parar, como si cada
palabra te fuera a matar. Y si cada ladrillo retuerse

tu oscuro brillo, que enseña a la gravedad a no actuar,
podría ser que la duda te lleve hacia un mejor lugar…
Lo bueno lo malo, lo que no se deja tocar y las muchas
maneras de querer… en rezar, describir, trabajar, dar de cenar…
Mientras el apetito vuelva no vas a escuchar, porque los
sentimientos se mueven siempre en el paladar…
Se mueven en tu corazón, se mueven tu hablar,
se mueven en las cosas que podés llamar.
Se mueven por vos, se mueven no más, pero quieras
o no, es la única manera de justificar porqué estamos
aquí, porqué estamos acá.











Te conocí un día que estaba escribiendo sobre vos.
Escribía sobre tu piel, sobre cómo sería nuestro primer
encuentro y mientras las palabras en forma de líneas
recorrían tu piel, todo cobraba ese impulso sobre sí,

ese impulso que cobran las formas y maneras cuando
pueden ser.












Hasta hoy.
¿Quién es el que puede sobrellevar una vida sin que le importen los demás?
¿Cómo es posible que pase, que siga, que salga, qu vuelva?
¿Será la soledad que siempre vuelve al mismo lugar?
En este momento todo pasa como sí quisiéramos que pase ¿queremos que pase?
Mientras tanto las fantasias se vuelcan inconmesurables, ineditas.
¿Para qué tanto dolor? ¿Para qué tantas preguntas?
¿Para qué vestirse, si aunque llueva nos vamos a mojar?
Hago esto así y es como me sale, ¿vos podés hacerlo mejor?
Yo puedo hacerlo mejor, que lo que lo había hecho antes.
Pero no puedo comparar mis actos con los tuyos, ¿cómo es posible?
No es posible, no se llega nunca a llegar.
Siempre nos perdemos, incluso, al encontrarnos.
Todo sale al final, aunque no sé muy bien dónde y cuando es el final.
¿Importa de qué somos libres? Tenemos la noción de un límite que actúa en nuestro interior
promoviendo la idea de cúan libre somos.





 
cadáver exquisito con fragmentos de libros
Llegó por fin aquel día en que él dejó de ser lo que creía que era.
No fue por que se lo haya propuesto, sino por alguna razón tan espontanea
como una estrella fugaz. En aquella noche se olvidó de pensar y empezó a sentir.
Sonrío y le dijo “cómo puede ser que acá, acostados en la mitad del campo
 dónde más insignificante nos vemos, el universo siento adentro mio.














Diálogo entre Masajista orgullosa (A) y El obrero metrosexual (B)
B: ¡Buen día! Me gusta tu pantalón.
A: ¡Asqueroso! No te gusta mi pantalón…
B: ¿Por qué pensás que soy asqueroso?
A: Porque es obvio que no te gusta mi pantalón, me estás mirando el…
B: ¿Siempre lo hacemos?
A: Ustedes los obreros son unos mirones…
B: ¿Dónde los compraste?
A: ¡¿El pantalón?!
B: Si.
A: ¿Qué te importa?
B: ¡¡¡Te dije que me gustó!!!
A: Y yo te dije que no te creo.










El hipopótamo naranja lo pienso como un ser salido de un cuartito que está en tu cueva.
Tu cueva con una llave que el llavero dice “cueva” y yo sin saber le digo así.
Sos un hipopótamo. Un hipopótamo naranja. Podrías se amarillo, rosa, verde. Pero sos así.
Porque no podés se de otra forma, porque sos el único hipopótamo naranja que conozco.
Y eso te hace ser Roberto, loco de momentos, de a saltos con peso, rebote y ruido.
El ruido es hipopótamo, pero naranja sos solo vos.





Camarita. microscópica. Para mirar la obrita de lejos.
En verdad, para poder mirar la gotita que le sale a la
actriz principal. Esa gotita que cualquiera de ahí arriba
le gustaría que sea lágrima. Pero es transpiración de
nervios y yo, desde mis anteojos superpoderosos la veo.
Te veo la debilidad de personaje con peineta de adorno
antiguo. Siento que guardo su secreto en falso.




Y ahora algunas imágenes congeladas...























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